En los últimos seis meses los vecinos del sector San Jacinto de Maracaibo, en el estado Zulia, han sido un gran apoyo para Marlene Camacho. También los amigos de su hijo menor que todavía la llaman y visitan. Pero a Nena, como la conocen todos, aún le cuesta mucho hablar en tiempo pasado cuando se refiere a Paúl René.
Hoy la avenida Fuerzas Armadas, al norte de Maracaibo, fue rebautizada con el nombre del joven, y en el sitio donde cayó herido crece un árbol y la gente lleva rosarios y se detiene a orar.
La entrada de la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia expone un retrato del estudiante y brigadista de primeros auxilios, que luce una bandera de Venezuela como capa, igual a la que le dibujan a los superhéroes.
La Nena explica que para homenajear a Paúl, ella y su hijo mayor Carlos Javier, que vive en España, crearon la “Asociación Paúl René Venezuela”, en alianza con Primeros Auxilios LUZ, para distribuir medicamentos a quienes los necesitan y organizar jornadas médicas gratuitas.
La madre sigue aferrada a su fe y a los recuerdos con su hijo, a esas noches de compartir habitación y parecer “chamos” echando broma, pellizcándose, riendo, a la sorpresa que le dio el Día de las Madres, a sus palabras y gestos.
“Mami, acuéstate que te voy a examinar”, le decía Paúl René de niño, por lo que ella cree que desde entonces quería ser médico. Con 25 años de edad, el joven cursaba quinto año de la carrera en la Universidad del Zulia. Deseaba especializarse en cirugía plástica. “Yo le decía que iba a ser su primera paciente y se reía conmigo”, relata su madre.
El joven también trabajaba, desde los 17 años, en una tienda de celulares en el centro comercial Doral. Su adoración era Catalina, su sobrina, tanto que hasta se tatuó su nombre. “Recuerdo que un día le toqué el brazo y se quejó de dolor, cuando me di cuenta que se había hecho un tatuaje; me puse brava con él. Luego vi lo que decía”, cuenta Marlene.
Paúl se hizo miembro de la Brigada de Primeros Auxilios de la LUZ, que con cascos blancos y una cruz verde comenzaron a prestar apoyo en las protestas ciudadanascontra el Gobierno de Nicolás Maduro que iniciaron en el mes de abril de 2017.
En una oportunidad denunció por sus redes sociales que habían sido agredidos por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana mientras socorrían a un grupo de personas afectadas por los gases lacrimógenos, lanzados por los militares.
“Rechazamos todo acto de violencia de parte de los cuerpos de seguridad del Estado hacia los equipos que prestamos socorro y auxilio a cualquier venezolano en momentos de emergencia o crisis, sin distinción de raza, religión, ni tendencia política, sobre todo cuando de niños y personas mayores se trata. Esperamos que esto haya sido un caso aislado”, escribió en su cuenta de Instagram.
El 18 de mayo de este año, como cualquier otro día, Nena esperaba a Paúl en la casa para almorzar. Esa mañana el joven le había descrito sus planes: “Voy al hospital, paso por la universidad, luego me voy con los Cruz Verde y después al trabajo. Yo te llamo”, prometió.
Esa tarde Marlene se quedó dormida, aunque no solía tomar siestas. A las 3:45 pm tocaron el timbre, era Eduardo, amigo de trabajo de Paúl. Le dijo que él había sido atropellado, que estaba en el hospital Doctor Adolfo Pons. El muchacho sacó ropa del clóset y la ayudó a cambiarse. Cuando llegaron a la sala de emergencia había muchos médicos alrededor de la camilla. Ella pidió que le sacaran toda su sangre y se la pusieran a su hijo, fue entonces cuando una de las doctoras le dijo: “Ya no está con nosotros”.
Nena hizo una segunda cosa a la que no estaba acostumbrada: maldecir, maldijo al Gobierno. Juntó sus puños y, con lo que le quedaba de impulso, golpeó en el pecho a un Guardia Nacional que estaba en la emergencia. Jamás había sentido una furia tan grande.
Paúl René Moreno Camacho fue arrollado por una camioneta Toyota, modelo Hilux, en la avenida Fuerzas Armadas, al norte de Maracaibo, a donde había acudido con sus compañeros de Cruz Verde por si en la protesta que se desarrollaba ese día necesitaban sus servicios.
El joven descansaba sentado con unas compañeras en la acera, cuando el conductor del vehículo se dispuso a atravesar la barricada que habían armado los manifestantes, obstruyendo el paso. Los presentes escucharon el sonido del acelerador: Paúl alcanzó a empujar a una compañera, pero no logró apartarse. Murió por un traumatismo craneoencefálico.
En ese momento el conductor Omar Andrés Barrios Rojas, de 22 años de edad, se dio a la fuga y ocultó su camioneta en casa de sus padres para que no fuese identificada con la descripción que dieron los testigos. Aún así, ocho días después fue detenido por las autoridades y llevado a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. El Ministerio Público lo imputó por delito de homicidio calificado.
Sin embargo, el pasado 17 de noviembre, Día del Amanecer Gaitero, se hizo el juicio luego de meses de suspender la audiencia, y el tribunal encargado desestimó la acusación contra Barrios y lo dejó en libertad con una medida de presentación durante un año y siete meses. Carlos Javier Moreno, hermano de Paúl que actualmente reside en España, publicó un video en YouTube en el que condena la decisión de la jueza Yesiré Rincón bajo el argumento de que la muerte del estudiante fue un accidente de tránsito por la imprudencia del conductor.
La madre atribuye la decisión a que los padres del responsable tienen mucho dinero y lo están protegiendo. “Yo le dije a la jueza que allá arriba está un Dios y que de esa justicia nadie se escapa”, dice. La familia y su abogada, Marianela Canga, ya hicieron una apelación.
Paúl, que aprendió a tocar varios instrumentos de manera autodidacta, también disfrutaba mucho de las gaitas zulianas.
Por: MARIA VICTORIA FERMIN KANCEV
Fotos cortesía LUZ